lunes, 17 de febrero de 2014

Compra el libro antes que la moneda (I)

Ave.


Dentro del mundo de la numismática podemos encontrar cuatro tipos distintos de personas: el académico, el coleccionista, el inversor y el comerciante. Normalmente estas cuatro facetas no se sitúan en compartimentos estancos, sino que hay distintos grados de asimilación, por ejemplo el comerciante-coleccionista, el coleccionista-inversor, el académico-coleccionista, etc.

En este artículo me voy a centrar en los coleccionistas, que es donde yo me definiría, entendiendo como tales aquellas personas que, con más o menos esfuerzo, y a través de un período extenso de tiempo, acumulan un número de monedas por su interés, importancia histórica, belleza, temática, o cualquier otro tipo de consideración aparte de la simplemente material, pues entonces hablaríamos de un inversor.

El Diccionario de la Real Academia Española define colección en su primera acepción como  “conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor”, de donde sobresalen las palabras ordenado e interés/valor, y conjugando ambas nos adentramos en el maravilloso mundo del estudio de la numismática, que en mi experiencia ofrece altos grados de calidad y satisfacción incluso a nivel de coleccionista.

Casi todos hemos empezado a coleccionar monedas de curso legal de nuestro tiempo. Yo recuerdo mis comienzos a finales de los años 80, cuando empecé a guardarme la calderilla, los duros y pesetas de Juan Carlos I y los de Franco, que aún estaban en circulación por aquel entonces. Pronto me picó esa curiosidad que lleva dentro todo coleccionista, y empecé a hacer listas con las distintas fechas de acuñaciones que tenía. Llegados a ese momento, acecha la pregunta: ¿Cuáles me faltan? Y…  ¿será difícil conseguirlos? Todos nos hemos enfrentado a estas preguntas, en la mayoría de los casos sin saber muy bien cómo ni dónde obtener información.

La respuesta la suele proporcionar algún amigo coleccionista más experto que ya pasó en su día por la misma fase de incertidumbre, o asociaciones de numismática, preguntando a comerciantes de tu ciudad, y desde hace un par de décadas por el ubicuo internet, representado principalmente por los foros y páginas web. Todas estas interacciones del coleccionista son imprescindibles, primero para crear una red de contactos en la que apoyarte en tu afición, y segundo para ir adquiriendo lo que llamo “sabiduría callejera”, el saber dónde, cómo y a quién acudir, además del incremento de tus conocimientos a medida que interactúas con gente más experta.

© sheelamohan (Freedigitalphotos.net)

Pronto no será suficiente hacerse con los diferentes catálogos, sino que el deseo de estudiar las monedas hará que nos adentremos en los estudios monográficos como parte del proceso de aprendizaje y profundización.

© Stuart Miles (Freedigitalphotos.net)

Para seguir incrementando los conocimientos y tenerlos disponibles en todo momento, tenemos la bibliografía numismática. El mundo anglosajón tiene una frase  muy acertada: “Buy the book before you buy the coin”, es decir, compra el libro antes que la moneda, lo que viene a indicar que para acertar en la compra, y para pasar de mero acumulador/inversor a coleccionista has de informarte e instruirte primero, y luego comprar. Esto a veces es más fácil decirlo que hacerlo, ya que la literatura numismática comprende libros, revistas, estudios académicos, catálogos, y cualquier otro documento, de índole escrita o digital, que se adentre de manera general o específica en el estudio de monedas, medallas, papel moneda, etc.

En cualquier ámbito de la numismática la bibliografía existente es extensísima, desde que a partir de la Ilustración se empezara a trabajar de una manera sistemática en la ordenación del conjunto de monedas de toda índole desde el principio de las acuñaciones hace más de 2500 años.

© Raimundo Benzal Martínez

Como anticipo a las siguientes entregas, y apoyando lo anterior, en la foto podéis observar una reproducción de una sala de estudio en el s.XVIII, en este caso recreada en una vitrina del Museo Británico de Londres, en su sala de la Ilustración.

En ella puede verse una de las bandejas del monetario del rey Jorge III conteniendo varios áureos acuñados durante el Imperio Romano, junto con uno de los volúmenes del “Doctrina Numorum Veterum” de Eckhel, considerado el padre de la numismática moderna, publicado en 1792 en Viena, trabajo fundamental sobre el que aposentan todos los estudios modernos de numismática. Clain-Stefanelli comenta en su obra “Numismatics”: Con él empezó una nueva era en el estudio de numismática antigua: el método científico entró en el campo de la investigación complementando el enfoque más amateur que predominaba hasta entonces. Por primera vez en la historia, los elementos básicos de la numismática griega y romana – metales, sistemas ponderales, organización de las cecas, significado de los tipos, relación de las monedas con la historia del arte – se discuten en profundidad.

Este nivel es al que puede y debe aspirar todo coleccionista, quizá no en un contenido tan amplio como hizo Eckhel, sino limitado a nuestras preferencias o a las monedas presentes en nuestras colecciones. La bibliografía numismática, especialmente la antigua, se ha convertido en un factor de coleccionismo en sí, celebrándose subastas periódicas con obras clave y estudios monográficos ¡que llegan a alcanzar valores superiores a las monedas de las que hablan!

Para facilitar la labor de los coleccionistas interesados, en esta serie pretendo centrarme en las referencias más importantes en cuanto a numismática romana, comentadas según su utilidad.

Bene valeas.

domingo, 9 de febrero de 2014

Britannia en el Museo...

… ¡Británico!

Ave.

El British Museum es uno de los museos emblemáticos del mundo, en mi opinión por delante del Louvre de París y solo superado por el conjunto de los Museos Vaticanos, en Roma.

A diferencia de ellos, no surgió a partir de colecciones reales o papales, sino que fue a través del esfuerzo y tesón de Sir Hans Sloane (1660-1753), quien donó a Jorge II para disfrute de toda la nación su colección de objetos de todo el mundo, que formó la base del museo con más de 70 000 piezas. El Parlamento creó el Museo en Junio de 1753, seis meses después de su muerte.

©Raimundo Benzal Martínez

Cualquier sala del museo encierra cientos de objetos, y visitada con atención puede ocupar una buena parte de un día.

En este artículo me voy a centrar en la sala 49, conocida como Roman Britain, es decir, la época en que la isla estuvo casi en su totalidad dominada por los romanos.

Los romanos crearon la provincia de Britannia en 43 dC, cuando un ejército bajo el mando del emperador Claudio la invadió. Ya antes había habido incursiones romanas en el territorio, como Julio César en sus campañas de 55-54 aC. Las tribus celtas que habitaban la isla desde la Edad del Hierro tenían contactos culturales y comerciales con la Europa continental, aunque fueron los romanos los que introdujeron la agricultura, la urbanización, la industria o la arquitectura.

©Raimundo Benzal Martínez

Paseando por la sala nos encontramos todo tipo de artilugios, desde zapatos a estelas funerarias, y muchas, muchas monedas, en las que nos vamos a centrar a continuación.

Antes de la llegada de los romanos, los celtas, conocidos originalmente en la zona de Inglaterra como Pritani o Albiones, tenían su propio sistema monetario. Las monedas celtas entraron a través de los pueblos galos alrededor del s.III aC. Se calcula que en la últimas décadas del s.II aC ya se había introducido una cantidad importante de oro y plata en el sureste de Inglaterra, y durante el medio siglo siguiente empezaron a aparecer las primeras monedas, marcando el inicio de un siglo de extraordinaria creatividad en las acuñaciones, habiéndose documentado casi un millar de tipos distintos, la mayoría de los mismo con un estilismo único.

Aquí podemos ver el tesorillo de Alton, descubierto en 1996 en Alton, Hampshire, y encontrado en dos partes, conteniendo la primera 50 estáteras de oro de Commios, Tincomarus y Eppillus

©Raimundo Benzal Martínez

y la segunda 206 estáteras de oro de Tincomarus y Verica:

©Raimundo Benzal Martínez

Transmitidas originalmente a través del mundo griego, este tamaño de piezas de oro era el tipo de moneda preferido en la Europa Occidental pre-romana. Las últimas monedas muestran la transición entre motivos celtas y clásicos.

En el tesorillo, datado en la primera mitad del s.I dC, también se encontró un anillo y una pulsera, ambos de oro y de origen romano, lo que demuestra el intercambio económico existente por aquel entonces entre ambas civilizaciones.

Las acuñaciones celtas del centro y norte de Europa siempre estuvieron influenciadas por las monedas de la Grecia y Roma clásicas. Así, conocemos que los pueblos celtas del este de Europa habitualmente copiaban los motivos de las estáteras de Filipo II de Macedonia, o los tetradracmas de Alejandro Magno, llegando a diseños futuristas por deformación tras varias décadas de “corta y pega”.

Varios de estos ejemplos, pero relacionados con la numismática romana los podemos ver en otra vitrina:

©Raimundo Benzal Martínez

Las dos primeras están influenciadas por los estilos e imágenes de la amonedación romana, siendo la (1) estátera de Tincomarus, empleando letras latinas y una representación realista del caballo, y (2) unidad de bronce de Tasciovanus, que muestra a un rey sentado en el trono, sosteniendo una copa de vino.

En otros casos las monedas eran copias, directas o indirectas, de monedas concretas, como vemos en la (3) y (4), que son unidades de plata de Cunobelin, imitando respectivamente  denarios de C. Vibius Varus:

C Vibius Varus. RRC494/37
© Gemini VIII, lote 236

y M. Porcius Cato:

M Porcius Cato. RRC 343/1c
© Freeman & Sear, Manhattan Sale I, lote 142

La (5) es una unidad de plata de Epatticus, en este caso basada en dos denarios diferentes.

Las emisiones celtas concluyeron alrededor de 61 dC, tras la derrota de Boudica.

Los hallazgos son una pieza fundamental para datar las acuñaciones. Estos se producían al guardar, normalmente, las monedas más valiosas en momentos de incertidumbre política o militar, para volver a recogerlas más tarde… aunque ese más tarde a veces no llegaba nunca, y eso nos permite estudiar estos familiarmente llamados tesorillos.

En este sentido, Inglaterra (que no el Reino Unido) implementó una ley en los años 90, denominada Treasure Act, que creó una agencia, la Portable Antiquities Scheme (PAS), responsable de regular y documentar todos los tesorillos. Así, cualquier persona que encuentre objetos antiguos, ya sea de casualidad o mediante aparatos de detección legales en el Reino Unido, debe ponerse en contacto con la PAS, con sede en el Museo Británico, que se encarga de recoger y estudiar el hallazgo, hasta decidir si es de interés general, en cuyo caso se compensa a precio de mercado al responsable del hallazgo y al propietario de los terrenos. Y si no es de interés general, entonces después de documentado se devuelve al que lo encontró y al propietario de los terrenos para que hagan lo que quieran con el mismo.

Esto ha permitido en los últimos 15 años que se documenten casi un millón de objetos mediante a través del  PAS, que de otra forma nunca hubiesen sido hallados, ya que se encuentran fuera de zonas arqueológicas conocidas o protegidas. De ese casi millón, unos 9 000 han sido declarados tesoro debido a su importancia. Por ejemplo, en referencia a las monedas celtas de las que hemos hablado anteriormente, se calcula que un 80% de las casi 50 000 que hay documentadas en el Celtic Coin Index (CCI) han sido descubiertas por aficionados.

A continuación detallaré varios de estos tesorillos de moneda romana se pueden observar en la sala 49 de la que hablamos.

El tesorillo de Howe probablemente represente los ahorros de un soldado u oficial romano. Se encontró en Howe, Norfolk, entre 1981 y 2002, y comprende 15 áureos y 131 denarios.

©Raimundo Benzal Martínez

Se considera que fue enterrado en los años finales del s. I dC, conteniendo monedas fechadas hasta 87 dC, y presenta las características circulatorias propias de la época, con un 45% de tipos republicanos, luego un bajón considerable desde Calígula hasta la reforma monetaria de Nerón en 64 dC, para incrementar las cantidades de nuevo hasta llegar al reinado de Domiciano.

En esta época había varias legiones estacionadas en Britannia, con los soldados viviendo en fuertes a lo largo y ancho del país, como este de Housesteads:

©Raimundo Benzal Martínez

En tiempos de Adriano había 15 000 legionarios estacionados en Britannia, cada uno de ellos con un sueldo de 300 denarios anuales, lo que hace un montante de 4 500 000 denarios o 180 000 áureos.

Las gentes de Britania no utilizaban el dinero como nosotros hacemos. Las monedas de bronce de menos valor, como los semis o los cuadrantes, han sido encontradas en muy escaso número en la isla, lo que indica que no se empleaba calderilla para las transacciones diarias. Tampoco se han encontrado muchos áureos, quizá por ser a su vez demasiado valiosos, siendo solo acumulados como riqueza por los poderosos. Aquí vemos un tesorillo de áureos, conocido como de Bregdar, y hallado en Sittingbourne, Kent, compuesto exclusivamente por 37 áureos, los últimos acuñados por Claudio en 41-2 dC. Esta cantidad de dinero correspondería por ejemplo a cuatro años de paga de un legionario, y se supone enterrado alrededor de 43 dC, en un lugar cercano a la batalla decisiva entre romanos y tribus locales en el río Medway, cerca de Rochester.

©Raimundo Benzal Martínez

Las monedas se encontraban enrolladas cuidadosamente, por lo que se presupone que estaban contenidas en un trozo de tela o una pequeña bolsa de piel que no ha sobrevivido.

En la antigüedad, quizá incluso más que en nuestros días, la falsificación de moneda era algo relativamente común, aunque estaba penada con la muerte. Esto no amedrentaba a los falsificadores, y en Suffolk se encontró un tesorillo en lo que se supone estuvo el taller de un falsificador. Se da la particularidad que está compuesto exclusivamente por denarios de Claudio, que no eran los más comunes, ni entonces ni mucho menos ahora, como cualquier estudioso o coleccionista conoce.

©Raimundo Benzal Martínez

En algunas ocasiones los hallazgos no son exclusivamente de monedas, como hemos visto en el de Alton. Otro ejemplo es el hallazgo del tesorillo del joyero de Snettisham , enterrado alrededor de 155 dC en Snettisham, Norfolk, y descubierto durante labores de construcción en 1985.

©Raimundo Benzal Martínez

Se encuentra plata y oro de desecho, lingotes, una herramienta para pulir cuarzo, más de un centenar de gemas sin montar,  varias decenas de anillos, y alguna pulsera, todo lo cual indica un taller de joyería. Las condiciones del enterramiento eran tan buenas que se encontraron varias piezas textiles. Las monedas son 110, 87 de ellas denarios de plata y el resto bronce. De los denarios se da una gran proporción de monedas del emperador Domiciano, muerto unos 70 años antes de la ocultación; se supone que estaban destinadas a ser fundidas para la fabricación de joyas.  Las últimas monedas son de Faustina, acuñadas en 154-5 dC, lo que nos da la fecha a partir de la cual el tesorillo fue enterrado, el llamado término post-quem.

En otra sala se encuentra un espectacular “tesorillo”, descubierto en Corbridge, Northumberland, en 1911, dentro de una jarra de bronce que, tapada en su abertura con dos monedas de bronce, escondía un contenido de nada menos que 160 áureos, desde Nerón con 10 a Marco Aurelio con 4, además de, entre otros, Galba (3), Otón (3), Vitelio (1), Vespasiano (15), Tito (11), Domiciano (5), Trajano (47), Marciana (1), Adriano (36), Sabina (3), Aelio (1), Antonino Pío (11), y Faustina (7).

©Raimundo Benzal Martínez

Las técnicas de excavación en 1911 no seguían los mismos estándares que en la actualidad, y cuenta el excavador jefe, sir Edmund Craster, en el Numismatic Chronicle de 1912 editado por la Royal Numismatic Society, que al hallar la jarra de bronce la levantaron sin más, rompiéndose bajo el peso de los dos kilos de áureos que contenía, y destruyendo ambas monedas de cobre, lo que provocó un “río de áureos” por todo  el emplazamiento.

Por supuesto no todo son monedas en la sala 49. Esta está distribuida en varias secciones con sus correspondientes vitrinas, en las que podemos encontrar objetos tan interesantes como los siguientes:

©Raimundo Benzal Martínez

La cabeza del dios Júpiter está fabricada a partir de dos piezas, y se supone que habría una corona o diadema sobre la misma, a la vez que los ojos tuvieron que estar esmaltados para darle una apariencia más real.

La figura femenina con casco representa a Minerva, la diosa romana de la guerra, la sabiduría, la artesanía y las curaciones.

El sonajero de bronce que se observa detrás se supone que era un instrumento religioso usado por los sacerdotes en las ceremonias para atraer a los dioses y espantar a los demonios. También pudo haberse utilizado en adivinaciones.

Volviendo a las monedas, y adentrándonos en el Bajo Imperio, podemos encontrar un áureo de Probo (276-82 dC) y un medallón de Galieno (253-68 dC):

©Raimundo Benzal Martínez

A partir de la segunda mitad del s. III dC el arte de los retratos en la amonedación romana se vuelve más basto, con los rasgos faciales cada vez menos distinguidos. Eso no impide realizar monedas de extraordinaria belleza como las anteriores.

En 286 dC Diocleciano nombró co-emperador a Maximiano, dejándolo al cargo de la parte occidental del imperio, en la que todavía se daban disturbios y malestar político tras las guerras civiles, y donde la amenaza de los pueblos bárbaros era una realidad constante. Uno de los generales con mayor éxito de Maximiano era Marcus Aurelius Mauseus Carausius (286-93 dC), originario de Menapia, entre la actual Bélgica y Países Bajos, y estaba a cargo de las bases y flotas del norte de Galia y Britania. Ese mismo año, tras una incursión sajona, Carausio aprovechó para apoderarse de toda esa zona del imperio y proclamarse emperador en la ciudad de Rotomagus, la actual Rouen (Francia). Poco después cruzó el canal y se estableció en Britania, haciendo de Londinium su capital.

Carausio acuñó una cantidad enorme de denarios de alta calidad, una denominación que llevaba tiempo desaparecida de las cecas imperiales. También acuñó abundante moneda fiduciaria en forma de bronces radiados (antoninianos), y áureos de una calidad excepcional. Carausio se consideraba emperador legítimo de Roma, como puede verse en muchos de sus tipos, como las numerosas acuñaciones con la loba amamantando a Rómulo y Remo.

En la sala que estamos visitando podemos ver un precioso áureo de Carausio acuñado en Londinium y encontrado en Derbyshire en 2007:

©Raimundo Benzal Martínez

Por el momento se considera este áureo como único, mostrando en anverso al emperador en atavío militar, y como reverso a Pax, la personificación romana de la Paz, por lo que vemos a la vez la realidad de unos tiempos levantiscos y un imperio no reconocido por Diocleciano y Maximiano, y por otro la aspiración de alcanzar la paz en un reinado problemático desde sus inicios.

La moneda proviene de un pequeño hallazgo de dos monedas de oro, elevando el total de estas monedas  conocidas de Carausio a veinticinco.

En otra sala del museo podemos ver más monedas de Carausio:

©Raimundo Benzal Martínez

siendo (8) un áureo, Londres, 293 dC, (9) bronce radiado, Londres, 286-93 dC, (10)  medallón de cobre, Londres, ca.287 dC, y (11) dos denarios acuñados en Londres en 287 dC (i.) y 286-93 dC (d.)

Las acuñaciones de Carausio tienen la particularidad única en toda la historia de la numismática clásica romana de citar a escritores clásicos latinos. En el reverso del medallón (10 en la foto de arriba) ampliado aquí abajo se lee la cita de Églogas, 4, de Virgilio: “Ahora una nueva generación desciende desde el Cielo” .

©Raimundo Benzal Martínez

El tesorillo de Frome, si bien no se encuentra en el Británico sino en el Museo de Somerset, nos proporciona una idea clara del circulante en Britania durante este época.

©Heritage Daily

Fue descubierto por aficionados en 2010, conteniendo más de 52 000 monedas fechadas de 253 a 293 dC, divididas en unas 15 000 del imperio central, sobresaliendo las de Galieno y Claudio II, las casi 30 000 del imperio galo, la mayoría de Victorino y los dos Tétricos, sin olvidarnos de 766 monedas de Carausio.

©Wikipedia

Carausio gobernó siete años gracias a que el poderoso ejército y flota a su disposición supo mantener a raya los embates del imperio central. Pero como ya era común en aquella época fue una persona cercana a él, su ministro de finanzas Alecto, quien le asesinó en 293 dC. Y como este tampoco tenía intención de volver al redil de Diocleciano y Maximiano, asumió para sí mismo la púrpura imperial.

Alecto acuñó oro únicamente en la ceca de Londinium, y no llegó a acuñar denarios, lo que parece indicar que los mismos habían sido emitidos durante los primeros años del reinado de Carausio. Como su anterior jefe, acuñó una gran cantidad de bronces radiados.

En nuestra ya familiar sala 49 podemos observar algunas monedas más relacionadas con el imperio romano-británico,

©Raimundo Benzal Martínez

siendo (27) un sólido acuñado en Londres, (28) un medallón y (29) un antoniniano, todos de Carausio. La (30) es un radiado de Alecto, y la (31) es una copia por electrotipo de un impresionante medallón de oro de Constancio I, con un motivo muy ligado a esta historia y del que hablaremos algo más abajo.

De mi colección, un antoniniano de Carausio

©Raimundo Benzal Martínez

Anv / IMP CARAVSIVS PF AVG, busto radiado y togado de Carausio a d.
Rev / PAX AVG, Pax estante a i., sosteniendo ramo y cetro largo.
AE, 21.5 mm, 2.66 g
Ceca: Londinium
RIC V.II/880 [C]
ex-J.B.G.R., 2011

Y un quinario de Alecto

©Raimundo Benzal Martínez

Anv/ IMP C ALLECTVS PF AVG, busto radiado con coraza de Alecto a d.
Rev/ VIRTVS AVG, galera a d., QL en ex.
AE, 20.2 mm, 2.79 g
Ceca: Londinium
RIC V.II/55 [C]
ex-J.B.G.R., 2011

En 293 dC Constancio I fue nombrado emperador “junior” (César) dentro del esquema de la nueva tetrarquía instituida por Diocleciano, bajo el mando de Maximiano en occidente, y su primer cometido fue acabar de una vez por todas con la sublevación británica. En una campaña relámpago tomó las bases del norte de Galia, en especial la actual Boulogne, invadiendo Britania en 296 dC y recuperando el control. Alecto consiguió escapar, pero fue capturado y posteriormente ejecutado. Acababa de este modo un imperio que había conseguido sobrevivir casi una década fuera del imperio central, aunque en términos numismáticos la ceca de Londres prosiguió su labor acuñadora durante las décadas siguientes.

Para conmemorar este hecho Constancio mandó acuñar el medallón que hemos visto anteriormente.  Anverso y reverso (también copias, ya que el original se encuentra en el Museo Municipal de Arras en Francia) pueden verse en otra sala:

©Raimundo Benzal Martínez

Este medallón formaba parte del tesoro de Beaurains, cerca de Arras en el norte de Francia, y fue descubierto en 1922 junto con una gran cantidad de monedas de oro y plata, además de joyas y artículos de plata de toda índole.

El anverso nos muestra a Constancio con traje militar y una capa o paludamentum, mientras que en el maravilloso y detalladísimo reverso se ve la personificación de Britania arrodillándose ante Constancio frente a las puertas de Londres, y debajo una nave transportando tropas hacia la ciudad.

El tesoro tardo-romano de Hoxne fue descubierto en 1992, encontrándose en la misma más de 15 000 monedas, además de joyas de oro y artículos de mesa de plata, en especial cucharas. La presencia de aros de hierro indicaron que estuvo encerrado en un recipiente de madera de unas dimensiones alrededor de 60x45x30 cm.

©Raimundo Benzal Martínez

El enterramiento se fecha alrededor de 407-8 dC, una época donde el poder romano estaba declinando en Britania.

De las 15 000 monedas, 574 son sólidos de ocho emperadores distintos, desde Valentiniano I (364-75) hasta Honorio (393-423), además de 61 grandes miliarenses y más de 14 000 pequeñas silicuas, ambos de plata, con monedas desde Constancio II (337-61) hasta Constantino III (407-11).

©Raimundo Benzal Martínez

Las dos silicuas encontradas del usurpador Constantino III, que trasladó un gran número de tropas de Britania para derrotar a Honorio, fueron claves para datar el hallazgo a partir de 407 dC.

Los tesorillos encontrados lejos de cecas ofrecen la posibilidad de estudiar la distribución de circulante a lo largo del imperio. Así, Hoxne nos ofrece monedas de 16 cecas distintas, desde Treveri (moderna Trier, en Alemania) en occidente hasta Antioquía en oriente.

©Raimundo Benzal Martínez

Para finalizar en otra nota no numismática, a destacar en la sala uno de los objetos estrella de todo el Museo, el conocido como Gran Bandeja de Mildenhall, encontrado en la localidad del mismo nombre situada en el condado de Suffolk, comprendiendo uno de los mayores hallazgos de artículos de mesa en plata en todo el Reino Unido, un enterramiento fechado en el s.IV dC.

©Raimundo Benzal Martínez

La bandeja también se conoce asimismo como de Neptuno u Océano. La imaginería sobre Baco tenía larga tradición en Grecia y Roma, siendo este objeto una magnífica representación del mismo; mide 60.5 cm de diámetro y pesa más de 8 kilos. La decoración es una mezcla de bajorrelieve y grabado de línea, aludiendo a las plegarias y mitología de Baco en tierra y mar. La cara del centro representa a Océano, con algas como barba y delfines en la cabellera. El círculo interior, rodeado por conchas marinas, representa a ninfas montando criaturas mitológicas marinas, como un tritón y un dragón marino. En el área exterior se muestra al mismo Baco sosteniendo un racimo de uvas y un bastón (thyrsus) con un pie sobre una pantera y presidiendo una celebración con música, baile y bebida en su honor. Entre los invitados aparecen un Hércules ebrio de vino, el dios Pan con sus piernas de cabra, además de sátiros y un grupo de devotas (Ménadas).

Bene valeas.

BIBLIOGRAFÍA

-         -  British Museum. https://www.britishmuseum.org/
            -                             Ancient British Coins. C. Rudd, E. Cottam, P. de Jersey, J. Sills. C. Rudd, 2010.
-                                                          British Iron Age Coins in the British Museum. R. Hobbs. The British Museum Press, 1996.
-                                                          A History of Roman Coinage in Britain. S. Moorhead. Greenlight Publishing, 2013.
-                                                          Romano-British Coin Hoards. R.A. Abdy. Shire Publications, 2002.

-                             The Frome Hoard. S. Moorhead, A. Booth, R. Bland. The British Museum Press,                                  2010.